La búsqueda frenética del llamado Oro Negro ha cambiado radicalmente el panorama mundial desde comienzos del siglo XX. Durante todo este tiempo, el petróleo se ha convertido en un recurso que ha generado progreso, desarrollo y enormes riquezas, aunque también un número incalculable de tragedias.
Año 1991. En los noticieros del mundo y –por supuesto- los argentinos, empiezan a aparecer imágenes de la primera guerra del Golfo. Una coalición liderada por EEUU enfrenta a Irak buscando castigar al líder Sadam Husein por invadir Kuwait, un pequeño país ubicado en la punta del Golfo Pérsico. Es uno de los bombardeos más intensos de la historia, pero este ataque no sólo requiere enfrentar a un dictador, en realidad se trata de controlar uno de los recursos más preciados del mundo: el petróleo.
El petróleo le ha dado riquezas astronómicas a todo Medio Oriente. Los que estaban entre los países más pobres de la tierra, ahora están entre los más ricos. Cinco países de Medio Oriente están entre los 25 más ricos del mundo: Arabia Saudita, Kuwait, Bahréin, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Para tener una idea más detallada, la empresa más rentable del mundo es Saudi Aramco, una petrolera árabe que en los últimos años obtuvo un promedio de 111 mil millones de dólares en rentabilidad neta por año. Sin embargo, y muy probablemente por este mismo motivo, la región está condenada al conflicto eterno. Sólo en los últimos 60 años hubo 5 grandes guerras y 5 revoluciones. Y por eso, cabe preguntarse si para el Oriente Medio ¿el petróleo es una bendición o bien una maldición?
En los últimos 100 años, el petróleo ha transformado e influido enormemente en nuestras vidas. Sin él, el mundo moderno prácticamente no existiría. Gracias al petróleo, las distancias se han acortado. Del petróleo se obtiene -ante todo- los preciados combustibles que movilizan nuestro mundo, pero además el plástico, un material que está en casi todo lo que tocamos. Cuando uno piensa en petróleo, piensa en un lugar: Medio Oriente. Allá, hay un puñado de países todos agrupados que suministran más del 40% de la producción mundial de petróleo.
LA GÉNESIS DEL PROBLEMA
La era del petróleo en Medio Oriente comienza a principios de siglo XX, cuando después de 7 años de vagar por el desierto, el geólogo británico George Bernal Reynolds descubre petróleo en Persia, el Irán moderno. Un año más tarde, lanzan la Anglo-Persian Oil Company y lo hacen en el momento exacto, porque la Primera Guerra Mundial demuestra que el petróleo es mejor combustible que el carbón y puede alimentar tanques y aviones con suma practicidad y eficiencia. Así es que la demanda crece rápidamente.
Desde el principio, el petróleo se mide en barriles y para eso se inspiraron en otro líquido valioso: el whisky. En lugar de reinventar la rueda, los productores usan el barril de whisky de 160 litros para almacenar una sustancia negra y espesa parecida a la brea. Así fue que, antes de que termine la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia acuerdan en secreto repartirse Medio Oriente. Claramente, todo por el petróleo.
Los árabes no fueron consultados porque en ese momento están separados en tribus y reinos, y divididos no pueden hacer nada. Así se siembra la semilla de un conflicto que durará décadas, sobre todo, porque entre las dos guerras mundiales descubren más y más petróleo en la región.
¿POR QUÉ MEDIO ORIENTE TIENE TANTO PETRÓLEO?
Hace mucho tiempo, se calcula que no menos de 100 millones de años, lo que ahora vemos como un enorme desierto en Medio Oriente solía ser el lecho de un mar interno. Centenares de miles de seres vivientes y miles de millones de organismos microscópicos se fueron hundiendo y aplastando en el fondo del mar. Con el correr de los siglos, la fuerte presión los convirtió en petróleo crudo. Con el tiempo el agua desapareció y emergieron así las dunas de Medio Oriente, dejando esos enormes depósitos de petróleo crudo cerca de la superficie.
El petróleo ha sido determinante en la Primera Guerra Mundial y cuando estalla la segunda, los aliados se aseguran de que Hitler nunca lo tenga en sus manos. La gran demanda de petróleo, tanto durante la guerra como en los años siguientes, impulsa a las empresas a buscar más oro negro a Medio Oriente y resulta que sorprendentemente el petróleo está en todas partes.
En 1938 encuentran petróleo en Kuwait y Arabia Saudita; en 1940 en Qatar, en 1958 en Emiratos Árabes Unidos, en Yemen en 1961 y en 1962 en Omán, convirtiendo a la región en el objetivo estratégico más buscado por los “chicos buenos” y también los “malos”.
LA DEMANDA EN LA POSGUERRA
En 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, la clase media estadounidense prospera a gran ritmo y demanda más lujos y comodidades y, ya sin la guerra, las fábricas pasan del armamento a producir bienes de consumo, aumentando una sed casi desmedida de petróleo.
Tras la guerra, Francia y Gran Bretaña empiezan a perder influencia global y su control de suministro de petróleo, especialmente cuando las naciones de Medio Oriente descubren cuánta riqueza hay bajo sus pies y deciden que es hora de tomar el control de su propio destino, o al menos intentarlo.
Arabia Saudita forma su propio reino en 1932, pero en 1946, Siria y Líbano se independizan de Francia. Ese mismo año, Inglaterra abandona a Jordania. Así es que EE.UU. pierde el control que sus socios ejercían en la región. La preocupación crece porque necesita mantener el flujo de petróleo y cerrar tratos con los “nuevos dueños” se establece como una prioridad.
En 1951 EE.UU. acepta enviarles armas sofisticadas a Arabia Saudita a cambio de su suministro de petróleo. De golpe, la familia real saudita tiene dinero y armas. El resto de las naciones petroleras de la región se dan cuenta de que ese es el camino y buscan hacer lo propio. En 1953 el líder democráticamente electo de Irán, echa a los británicos después de nacionalizar los campos petrolíferos del país 2 años antes y hay una lucha de poder para eliminar al monarca: el Sha de Irán.
El Reino Unido y EE. UU. están furiosos porque el Sha apoya sus intereses petroleros. Empieza así una escala bélica sin precedentes en la región que, de alguna manera, influirá en el destino del mundo. Comienzan la guerras y embargos de petróleo hacia el mundo generando así una escalada en el precio del barril. Por ejemplo, en 1973, de menos de 3 dólares por barril trepa a 11.50 por barril y las naciones dependientes del petróleo sufren una gran recesión.
En 1980 el barril ya costaba 36 dólares y se desata una nueva guerra feroz, esta vez entre Irán e Irak. Pero este conflicto armado estableció una notable caída en el precio del crudo, pasando de 36 dólares en 1980 a 14 dólares en 1986 por barril. En 1991 se produce la guerra en Kuwait, elevando nuevamente el precio del crudo; lo mismo ocurre a partir del año 2001 con la caída a las Torres Gemelas y la posterior invasión a Irak por parte de EE. UU., así los precios siguen subiendo y Medio Oriente se transforma en la principal fuente de petróleo tradicional del mundo.
En 2012, un barril de crudo proveniente de Medio Oriente ya costaba 110 dólares, es decir 4 veces el precio que tenía en el 2003, y 10 países de Medio Oriente producen casi el 50% de todas las reservas de petróleo del mundo.
EXTRACCIÓN POR FRACKING
En 2008 estalló la revolución del llamado fracking, se trata de una extracción de petróleo a través de la fracturación hidráulica que implica la perforación para liberar petróleo y gas natural atrapado en las rocas. Gracias al éxito del sistema es que EE.UU. se convierte en el mayor productor de petróleo del mundo. Al mismo tiempo, cada vez más naciones empiezan a rechazar el petróleo, reconociendo el impacto que tienen los combustibles fósiles sobre el cambio climático. Esto, sumado al desarrollo de nuevas “tecnologías limpias” para la producción de energías, marca el comienzo de un nuevo rumbo global, lo que implica un claro peligro en el poder económico del Medio Oriente actual.
En conclusión, desde su descubrimiento en aquella región, el petróleo ha traído una riqueza increíble y enormes beneficios a todo el mundo, pero también con él llego la maldición de los conflictos, las guerras y el terrorismo.
Hoy, los países de alta producción petrolera van inevitablemente en camino hacia un claro riesgo cuyo desenlace veremos antes de lo que imaginamos. Las reservas petroleras de todas estas naciones van en franco declive y es por eso que un país como Venezuela (apenas en el puesto 21 del ranking global de producción diaria de barriles) se ha convertido en el N°1 del mundo en términos de reservas de petróleo. Un dato que, como vimos, podría ser tanto una bendición, como una desgracia, incluso para nuestra propia región. El tiempo dirá.