Esta es la bajante del Río Paraná más impactante desde el año 1944. La dramática situación, que según los especialistas tiende a acentuarse y que alcanzaría su punto crítico en octubre, además de las graves consecuencias ambientales que acarrea, llegó a trastocar el sistema de exportación agroindustrial. Hasta la emergencia hídrica en el Paraná, las operaciones de venta al exterior se concretaban transportando la producción en camiones hasta las terminales portuarias del gran Rosario donde se cargaba en los buques.
Ahora, los buques graneleros de gran calado no pueden ingresar hasta los puertos más activos de las costas de Santa Fe, o si lo hacen sólo pueden salir con un volumen de carga menor para no encallar.
Ante este inconveniente, algunos agroexportadores, tras cargar lo que pueden en Rosario, transportan por camión el cereal hasta los puertos marítimos del sur de Buenos Aires, como Bahía Blanca y Quequén, para completar allí la carga de los barcos graneleros; la otra alternativa es evitar la complicada navegación por el Paraná y embarcar directamente en estos dos últimos puertos atlánticos.
En cualquiera de los casos, el fenómeno está provocando cambios en la logística de exportación que generan un fuerte encarecimiento del costo del flete, y que algunas fuentes del sector agroexportador estiman en un 300%.
Entre los mayores costos figuran el denominado “falso flete” por la necesidad de ajustar la carga en algunos buques en el gran Rosario por la bajante, que deben salir con menor tonelaje a su destino; y la necesidad de completar la carga en otros puertos donde el precio de la mercadería termina siendo mayor por logística y transporte terrestre (sin contabilizar aquellos que completan cargas en los nodos portuarios brasileños).
Fuente: www.eldiariocba.com.ar