Creados en 1949 por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, para comprobar el funcionamiento de los asientos eyectables de los aviones caza, los Dummies han permitido recrear situaciones extremas que permiten comprobar la efectividad o no de los sistemas de seguridad con los que han sido fabricados los camiones.
05-07-22.-Sierra Sam. Así fue bautizado el primer maniquí (dummie, en inglés) que permitió investigar y recrear situaciones reales y medir la eficacia de los sistemas de seguridad de los aviones caza (en este caso puntual, el asiento eyectable).
Más adelante, fue Ford Motors Company la que creo los llamados FERD I y FERD II que estaban construidos en acero (la zona que imitaba a los huesos) y de plástico duro y blando (la que simulaba los músculos y la piel).
Tal es la sofisticación con la que se han desarrollado los Dummies que el denominado BioRID (diseñado por la Universidad Chalmers de Gotemburgo, Suecia, en conjunto con General Motors), además de evaluar los sistemas de retención, es reconocido por su sofisticada columna dotada de 24 simuladores de vértebras que permiten sentarlo con naturalidad y mostrar el movimiento del cuello humano en los choques traseros.
Se calcula, al ser dispositivos muy complejos, que el costo de uno de estos maniquíes puede llegar a superar los 50.000 euros; un valor insignificante, considerando que, gracias a “su trabajo”, muchas vidas humanas pueden salvarse ante la comprobación del funcionamiento correcto de los sistemas de seguridad activa y pasiva, introducidos en los vehículos.
Los dummies, o muñecos a escala natural, reproducen las cualidades físicas y dinámicas de un cuerpo humano. Por lo tanto, es esencial en su diseño: el peso, las proporciones, las articulaciones, etc.
El dummy estándar (el Hybrid III) corresponde a un hombre que mide 168 cm y pesa 77 kg. Sin embargo, se ha replanteado -últimamente- utilizar muñecos algo más pesados (el Hybrid III percentil 95 de 188 cm y 100 kg) y dummies femeninos que representen el 5% de las dimensiones inferiores de la escala (con unos 50 kg de peso).
Desde hace 65 años, los crash tests son una de las herramientas más eficaces para evaluar la seguridad de los ocupantes de los vehículos, y muchos avances se han dado en los dummies (ver recuadro). Para las terminales que fabrican camiones, el diseño de la cabina es uno de los factores clave para alcanzar los más altos estándares de seguridad por lo que son sometidas exhaustivamente a estas pruebas de choque. Tanto la estructura como sus sistemas de seguridad embarcados, serán los encargados principales de proteger y evitar -en lo posible- daños físicos a sus tripulantes.
El desarrollo de la cabina de un camión debe combinar además una estructura metálica sólida (capaz de absorber la energía del impacto para evitar daños graves a los tripulantes), rigidez, espacio de supervivencia y zonas de deformación. Justamente, una de las comprobaciones en los crash test se centra en medir la fuerza de una colisión frontal para intentar que la rigidez de las puertas colabore en evitar el aplastamiento de la cabina.
En cada uno de estos crash test, cámaras ultra-rápidas, numerosos sensores y principalmente los dummies permiten comprobar en qué grado de seguridad se encuentra el habitáculo de un camión. Una tarea sufrida para estos muñecos que les salvan la vida a nuestros profesionales del camino.