Desde los seis años arriba de un camión hasta convertirse en referente de las redes sociales con más de 470.000 seguidores, Gastón Serrate nos cuenta su historia junto a su compañero inseparable: el legendario Mercedes-Benz 1114. Un vehículo heredado de su padre que, con esfuerzo, cariño y creatividad, transformó en ícono de la ruta y de las nuevas generaciones de conductores
PCR: ¿Cómo arranca tu vida en el transporte?
GS: De chico. A los seis años ya viajaba con mi viejo en este mismo Mercedes 1114. A los ocho, sentado sobre sus piernas, ya manejaba en caminos de tierra esquivando peajes. Aprendí mecánica ayudándolo a engrasar, a pasarle las herramientas. Aunque primero trabajé como diseñador gráfico, la pasión pudo más: a los 21 empecé a manejar profesionalmente este camión como chofer de mi viejo. Llevábamos contenedores para Mercedes-Benz. Años después se lo compré y ahí empecé a transformarlo.

PCR: ¿Cómo era aquel 1114 en sus inicios?
GS: Original. Cabina simple, mochila, cajón de herramientas, el tanque de fábrica. Mi viejo siempre lo mantuvo lindo, pero yo le fui dando un concepto distinto. Viendo camiones en el puerto y en redes, me inspiré en reformas de Brasil y Chile. Lo bajé de altura, le puse suspensión neumática, y lo modernicé sin perder su esencia.

PCR: ¿De dónde nace tu pasión por Mercedes-Benz?
GS: Nací prácticamente con Mercedes. Tengo la estrella tatuada. Es un camión noble, de mecánica simple y económica. Los viejos modelos eran fáciles de mantener y llegaban al millón de kilómetros sin abrir motor. El 1114, con su diseño particular, fue distinto a todo lo que había en su época. Y en la ruta, con un semi cargado, sigue demostrando nobleza y aguante.

PCR: ¿Qué modificaciones le hiciste?
GS: Suspensión neumática, diferencial de 1517, motor 366 de 1620, cabina extendida, interior tapizado completo, estéreo con pantalla, televisión, cama, heladera, aire acondicionado, caldera. Todo lo que le pongo lo uso. Afuera, tanques de aluminio y detalles estéticos. No es fácil: parar el camión cinco meses para chapa y pintura es costoso, pero gracias a marcas que me apoyan pude hacerlo.

PCR: ¿El camión sigue siendo tu herramienta de trabajo?
GS: Sí. Transporto electrodomésticos, polietileno y hasta autos clásicos y deportivos, desde Ferrari hasta Supra. Es mi herramienta de trabajo, pero también mi plataforma de contenido. En redes muestro cómo es realmente la vida arriba de un camión: esperas largas, tráfico, clientes. Todo con respeto y pasión, para que los más chicos aprendan lo que significa este oficio.

PCR: ¿Sentís que se perdió la pasión de antes por el camión?
GS: Bastante. Muchos padres no quieren que sus hijos sean camioneros porque implica ausencias largas en casa. Antes se vivía de otra manera: a 70 en la ruta, con respeto y compañerismo. Hoy hay más apuro y menos amor por el oficio. Aun así, veo jóvenes entusiasmados en redes, queriendo personalizar sus camiones.

PCR: Tenés una comunidad enorme en redes. ¿Buscás transmitir esa pasión?
GS: Sí, totalmente. Cuando arranqué casi no había creadores de contenido de transporte. Hoy hay varios y eso es positivo. Yo trato de mostrar siempre la realidad con respeto, sin vender humo. El camión es atractivo, pero lo importante es mostrar el día a día de la profesión. La comunidad creció mucho y me da orgullo que los chicos se entusiasmen con lo que hago.

PCR: ¿Cómo ves el transporte en las rutas argentinas?
GS: Complicado. Hay mucho apuro, poco respeto. Autos, motos y camiones conviven en tensión. Afuera de Buenos Aires es más tranquilo, pero la realidad es que se perdió bastante la paciencia. Ojalá las redes sirvan para influir en positivo: volver al respeto, disfrutar de manejar y no vivir todo como una carrera contra el reloj. Pero bueno, ojalá cambie, aunque se bien que hoy en día está todo muy alterado. Es parte nuestro día a día, un reflejo de la sociedad.
